1. Gestión colaborativa desde una maqueta digital inteligente
BIM sobrepasa el simple modelado 3D: gracias a su maqueta virtual, se documenta todo el ciclo de vida del proyecto, centralizando datos y facilitando su gestión. Esta base de información compartida permite que todos los participantes trabajen sincronizados y sin duplicar esfuerzos.
2. Detección temprana de conflictos
Uno de los puntos fuertes de BIM es su capacidad para detectar interferencias entre disciplinas (estructura, MEP, arquitectura) durante la fase de diseño. Así se reducen errores, retrabajos, costes y tiempos en obra.
3. Planificación multidimensional: de 3D a 7D
BIM permite gestionar no solo la geometría (3D), sino también la planificación temporal (4D), los costos (5D), análisis medioambientales (6D) y el facility management (7D). Esta visión aporta valor en cada etapa, desde cronogramas realistas hasta simulaciones sostenibles.
4. Ahorro de tiempo y costos
Al identificar errores de diseño anticipadamente, BIM evita retrabajos costosos y retrasos. Además, la información consolidada en la maqueta optimiza la planificación, y las fases 4D y 5D permiten controlar plazos y presupuestos en tiempo real.
5. Mejora de la calidad, sostenibilidad y operación futura
La coordinación precisa y la gestión centralizada de datos elevan la calidad del proyecto final. BIM facilita el análisis energético y otras evaluaciones medioambientales (6D), y extiende su utilidad al mantenimiento y gestión del edificio a lo largo de toda su vida útil (7D).
Adoptar BIM no solo optimiza los procesos actuales, sino que prepara a las organizaciones para un futuro más eficiente, conectado y sostenible.
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